LAS 5 HERIDAS DEL ALMA. PARTE 5: INJUSTICIA.

 Hola, queridos seres de luz.

Vuelvo a publicar la herida de injusticia para completar esta serie tan importante para entender qué nos ocurre.

En esta publicación trataré la quinta y última herida del alma: "la injusticia". 
Recordemos que a las heridas del alma también se las conoce como las heridas de la infancia, heridas del niño/a interior o heridas del pasado.


Son heridas en nuestra alma que se crearon en nuestra infancia. No tuvieron por qué ser intencionadas, simplemente, nos causaron un daño que quedó en nuestro interior y que,  inconscientemente, nos provocan emociones que influyen en nuestro día a día.

Si habéis buscando información sobre las heridas del alma en otras publicaciones, habréis podido comprobar que he evitado centrarme en las características de la persona adulta que sufre las heridas, pues la mayoría de las veces la persona ha padecido varias o todas las heridas por lo que es difícil reconocerse en la máscara de cada herida. Además, con esta técnica, la herida se sana desde el origen, no desde la consecuencia, por eso hago hincapié en las situaciones que pudieron producir la herida y las emociones que atrae.
Herida de injusticia


¿Cómo se produce la herida de injusticia?

Como todas las heridas del alma, se producen en la infancia o tras un profundo trauma. 
La injusticia la vive el niño o niña interior cuando su progenitor (principalmente el de su mismo género ), no valora al niño o niña en su justa medida
El niño o niña siente que no le dan el justo valor que merece, normalmente se siente infravalorado, pero sobrevalorarlo también puede producir una herida de injusticia, al sentir que no merece tanto y produciendo una gran culpa.

Los actos que crean la herida de injusticia son muy variados, a veces pueden estar relacionados con el género, como por ejemplo cuando no se deja a una niña jugar con camiones y a su hermanito sí, a la inversa, cuando no se deja al niño jugar con muñecas y a su hermanita sí. Pueden estar relacionados con la posición que ocupan: exigir a al niño o niña mayor que cuide de sus hermanitos/as más pequeños, consentir más al benjamín de la casa que los demás. 

Estoy harta de escuchar que los progenitores aman a sus hijos por igual, pero raras veces los educan en igualdad, haciendo que sus descendientes padezcan la herida de injusticia desde su más tierna infancia.

Otras veces, la herida de la injusticia no tiene que ver con sus hermanitos/as, sino que es el comportamiento frío de los progenitores los que la provocan, por ejemplo: si el niño/a consigue la nota más alta de la clase en un examen y aún así, sus progenitores en vez de felicitarlo/a, le dicen que se tiene que esforzar más. También por comparativa, todos los progenitores de mis amiguitos/as celebran una gran fiesta en sus cumpleaños y los míos no ("es injusto", piensa el niño o niña).
 

La consecuencia de la injusticia es una personalidad rígida, fría, distante y exigente.  De adulto son muy perfeccionistas y se muestran optimistas simplemente porque no aceptan tener algún problema. No aceptan las injusticias, por lo que tratan de solucionar los problemas de los demás; les gusta pertenecer a grupos (de amistades, familiares, profesionales...) Son personas frías, pero que se preocupan por los demás y que incluso llegan a sentir culpa si sienten que los demás los perciben como frías y distantes. En cambio detestan a las personas que ellos consideran "vagas, perezosas, flojas.... " porque creen que no merecen los logros que alcanzan (pues sienten muy injusto que lo hayan logrado con facilidad, ya que a las personas con herida de injusticia les enseñaron desde muy pequeñas que para alcanzar el éxito debían trabajar más, más duro y mejor que los demás). Son personas muy injustas consigo mismas. Todo ello las lleva a vivir en tensión y padecer enfermedades derivadas de la tensión y el estrés.

Las emociones producidas por la injusticia suelen ser principalmente la ira y la rabia, pero también manifiestan culpa (por no exigirse más, por no hacerlo mejor), miedo (a hacerlo mal) y por supuesto, injusticia, sienten que son tratados injustamente en todos los ámbitos de su vida: familiar, social y profesional. 


¿Cómo sanar la herida de injusticia?

Para sanar una herida del alma, lo más importante es recordar todos los momentos en los que nos sentimos injustamente tratados en la infancia (puede que no reconozcas esta emoción en un principio, pero puedes empezar por situaciones injustas más recientes y tratar de recordar otras anteriores, y luego otras anteriores, hasta llegar a la infancia) y conectar con las emociones negativas que nos produjeron (rabia, tristeza, ira, soledad, incomprensión, desilusión, desamparo, rechazo, culpa, miedo, decepción...).

Hay que tratar de recordar el mayor número de momentos en los que nos sentimos injustamente tratados por nuestros progenitores, otros familiares, educadores, compañeros... pues todas esas experiencias en el fondo es la misma, la injusticia que debe ser sanada para superarla y evolucionar hacia un ser que se merece todo lo bueno por lo que es y no por lo que hace.

Cerramos los ojos y conectamos con esas emociones negativas y dañinas y dejamos que se manifiesten en nosotros ahora.
Las buscamos: si papá no me felicitó por mis buenas notas, si mamá me castigaba a mí y no a mi hermanito por alguna travesura realizada por los dos, si papá o mamá me imponían normas más estrictas a mí, si nunca me dejaban salir a jugar mientras mis amiguitos y amiguitas disfrutaban en la calle, vamos buscando todos esos momentos y dejamos que afloren todas las emociones que nos producen. 

Es normal sentir mucha angustia cuando se conecta con las emociones negativas que se manifiestan.

A continuación procederemos de igual manera que para sanar las demás heridas:

- Cerramos los ojos y tomamos tres respiraciones profundas.

- Pensamos en la herida, en todas las situaciones en las que nos hemos sentidos injustamente tratados por los demás: en el seno familiar, en la escuela, por la calle, en un trabajo, una asociación...  y dejamos que nos lleguen las emociones que nos provoca.
- Siente las emociones, qué es lo que sientes: culpa, miedo, vergüenza, tristeza, rabia, ira, soledad.... deja que se manifiesten las emociones. Pon la mano sobre la parte de tu cuerpo donde sientas esas emociones.
- Dí (en voz alta o para tí misma o a tí mismo):
"Divinidad, pido perdón y me perdono, aquí y ahora, por la herida causada por la injusticia (aquí si queréis podéis describir algunas de las situaciones). Así es y hecho está. Lo siento, perdóname, te amo, gracias" . Repite las 4 frases sanadoras de Ho'oponopono todas las veces que necesites hasta sentirte mejor.
- Luego visualiza una caja para regalos, ábrela y deposita en ella las situaciones que han creado la herida  de abandono y todas la emociones que te provocan (yo las suelo visualizar como piedras muy pesadas y oscuras). Cuando hayas metido todas las emociones en la caja la cierras y te imaginas viajando con ella hacia arriba, hacia el cielo buscando a tu Ser Superior o Espíritu Santo (lo puedes visualizar como un ser de luz). Cuando estés con él le dices:
"Acompáñame a La Fuente para transmutar estas emociones en pura luz".
- Te visualizas viajando junto a tu Ser Superior o Espíritu Santo hasta La Fuente. (La Fuente es un lugar de luz y paz). Cuando hayáis llegado deposita la caja de regalos en La Fuente  y dí:
"Me perdono, me perdono porque no lo sé hacer mejor. Me perdono porque no recuerdo quién soy. Tengo una herida en mi alma que no me deja ver el ser de luz y amor que realmente soy. Me perdono porque me he olvidado de mí. Sé que es inconsciente, pero soy responsable de esta situación y la entrego en La Fuente para que expíe mi culpa, transmuta esta situación y sus emociones en pura Luz. Santifica esta herida desde la causa y origen para que esté al servicio de la Divinidad. Gracias, gracias, gracias."
Luego das las gracias a tu Ser Superior o Espíritu Santo. Y vuelves a tí.

Espero que os haya gustado y que os de tan buenos resultados como a mí.

Después de realizar esta técnica se siente mucha liberación y es habitual que empiecen a mejorar situaciones de injusticia en las que te encuentras involucrado/a. 
También quiero proponeros que la repitáis tantas veces como sea necesaria. 

Si después de hacerla una vez, se os viene a la mente un recuerdo de una situación injusta, repetidla, seguid sanando, hasta que el niño o niña interior sane esta herida por completo.

Recomiendo que acto seguido pienses en tus padres y los perdones por hacerte sentir injustamente tratado, ya que ellos no son culpables, solo lo hicieron lo mejor que sabían.

Cierra los ojos e imagina que tienes a tus padres delante.
Hazles una reverencia y les dices: Os honro, os honro, os honro.
Esta herida es responsabilidad mía, ustedes no son los responsables.
Lo siento, lo siento, lo siento.
Los siento, te amo, gracias. (Repetir todas la veces que sean necesarias).


Te bendigo, te amo.

Agradezco que dejéis comentarios sobre la experiencia y me contéis qué tal os ha ido.
Gracias, gracias, gracias.

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